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Esa traviesa jugada donde las empresas intentan hacerte creer que sus productos o operaciones son más amigables con el planeta de lo que realmente son. ¡Es como si te vendieran un coche de carreras pintado de verde y te dijeran que es ecológico!

Las empresas pueden sentir una gota de sudor en la frente al hablar de sus avances en iniciativas ESG, así que mejor callan sobre sus logros. Aunque suena menos tramposo que el greenwashing, este silencio nos roba información sobre sus esfuerzos en cambio climático, derechos humanos, corrupción y la necesidad de pagar un salario digno; esto nos complica entender su impacto en el planeta. ¡Así que no se lo guarden! Todos estamos en este emocionante viaje de mejora: la ONU, los sectores financieros y los reguladores lo saben. Es clave mostrar ese progreso con toda claridad y autenticidad en un mundo en el que la transparencia es la reina. ¡Menos secretos y más acciones, por favor!

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